El CBD en sí no se considera peligroso. Sin embargo, como cualquier sustancia, puede conllevar ciertos riesgos dependiendo de la sensibilidad individual, la forma de tomarlo y la dosis ingerida. También es importante tener en cuenta que el consumo descontrolado o excesivo de CBD puede provocar efectos indeseables como somnolencia, sequedad de boca o disminución del apetito.
Uno de los peligros potenciales del CBD reside en su interacción con determinados medicamentos. Por ejemplo, puede interferir con fármacos como los anticoagulantes, las hormonas tiroideas y ciertos anticonvulsivos, lo que puede reducir su eficacia.
Es más, comprar CBD fuera del circuito legal puede ser arriesgado. La calidad del producto puede variar y puede haber sustancias potencialmente peligrosas.
Por último, aunque se están realizando estudios para determinar el perfil de seguridad del CBD, la Autoridad Europea de Seguridad ha indicado que no está en condiciones de pronunciarse sobre la seguridad de los productos que contienen CBD por falta de datos suficientes. Por lo tanto, es necesario seguir investigando para garantizar la seguridad de los productos a base de CBD.